lunes, 27 de diciembre de 2010

No me duele decirte adios

2010

No me duele decirte adiós para compensar futuros que perdieron la palabra. No me cuesta desprenderme de ti y de esos momentos en que me abandonó la fe deshojando lo voluble de tu carácter. Sólo unos pasos más y un almanaque vencido harán que seas igual a una historia repetida, con un sabor amargo y hasta cruel en la imagen que han dejado tus pasos en el tiempo. La realidad es aún más: un exceso a cercenadas madrugadas, miradas sin luz, y un sinfín de violencias y odios en el hombre que no quiere aceptar la agonía de una tierra en tránsito, y sigue velando lunas caprichosas. El resto se esfuerza en descomponer azules en sombras y delirios.



Se te va la vida, y no lo voy a sentir mientras sigamos en este simulacro del Edén: un jardín de abrojos donde te volveré a ver con otro nombre y los mísmos días.

lunes, 13 de diciembre de 2010


Desnúdate del blanco,
recupera tus perdidas sombras
en la línea desteñida del infinito;
silencia los presagios, falsos colores,
disuelve la incognita de tu imagen
más allá de los dormidos inviernos.
Y será sólo el destino
quien deje huellas errantes
en el aire transparente del ocaso.


 

lunes, 6 de diciembre de 2010

Carta a mi tierra

(25 enero 2006)

Algo se rompe en mí, y me axfisia esta obligada quietud que desmorona mi paciencia. ¡Cuánto hace que no nos vemos! Se me hace extraño el tiempo que paso lejos. Con la entrada del frío y la permanente estancia de los grises han llegado imágenes cálidas de tu recuerdo, y el deseo inconfundible y denso de volver a verte. ¡Te echo tanto de menos! Me falta mucho cuando no tengo el abrazo estrecho y rendido de tus vientos y tu color. Los azules aquí sólo los encuentro en los ojos de la gente; y la lluvia, que siento siempre perenne y cerca, estimula esa desazón que da la ausencia.

Pero no todo es carencia e inquietudes. El sentimiento de pérdida se reconforta cuando hablo de ti a quienes viven conmigo la realidad de los días. Me gusta contar como eres, descubrir tus contornos, dar a conocer los colores que te haces vestir. Quiero que sepan de tus horizontes y límites cercanos, de tus sabores, y ese carácter alegre y de buena templanza que muchos ya conocen. Hablo de ti y ellos me comprenden: mi vida se inspira en el Sur, ahí donde se entrelazan nuestras raíces. Así he llegado a ser equilibrista en la cuerda que ata mis dos latitudes, aprendíendo a enmudecer la nostalgia, a confiar en lo ausente, y a silenciar alegóricos olvidos y ciertos comportamientos de esta vida acelerada y distante.

Hoy me he levantado con ganas de cerrar los paraguas y buscar la Primavera, la claridad y el aroma de mi infancia, y el revuelo de palomas en la plaza de nuestros juegos; hoy, cuando todavía el invierno está a medio hacer y el frío no ha cambiado su gesto, he sentido la necesidad de salir al encuentro de todas estas imágenes que me llaman. Mientras, te escribo apilando en las letras todo el desorden de mis deseos.

jueves, 2 de diciembre de 2010

En el umbral del invierno


En el umbral del invierno el frio coquetea perezoso
seduciendo su virginal tersura,
Fiel a sus azules
esperará la fugacidad del tiempo:
el blanco perderá en el barro su gélida sonrisa
cuando el sol, de nuevo, entregue sus encendidos recuerdos
a la tierra.

Un día especial (parecido al de otros años)


Hoy ha sido un día especial: ha aparecido el color blanco, los árboles saben a azúcar y el agua se ha hecho transitable para aves y niños que todavía creen. Hay silencio protector entre las hojas cargadas de frío y cuando ando, mis huellas dejan sonrisas que la luz hace desaparecer. Hoy ha sido un día de cuentos y trineos, de chimeneas alegres, de chocolate caliente, de nieve tímida sin acabar de caer. Hoy ha sido un día que ha trastornado las imágenes y ha dejado eco en mis azules eternos, ahora frágiles sombras que esperan sobrevivir.