Azucarera Hispania (año 1962/1963)
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Ahí, donde la casa se erguía señorial y altiva,
no queda nada, solo tierra solitaria y triste…
Busqué un alma y encontré palmeras,
faros vigilantes en un mar de rastrojos secos,
recuerdos de un jardín umbroso y fértil,
hoy árido y yermo, sombras del pasado
que se diluyen…
Un mundo que fué y no es,
latidos de entonces que dañan
dejándonos heridos y sin aliento…
¡Quisiera ser golondrina sin memoria
en el camino perdido del retorno !
2 comentarios:
Sí, Pilar, el futuro que pasa en cada instante se puede transformar en un pasado tan áspero como un rastrojo.
También los fértiles jardines de la juventud desaparecen con este tiempo unidireccional que vivimos.
Nuestra defensa contra su implacabilidad es seguir manteniendo la memoria de la vida que se fue.
Tus palabras son tan sensibles como universales. ¡Estupendo!
Mejor permanecer en el nido del aquí y el ahora... hermoso y emotivo poema Pilar, cargado de ese sentimiento de pérdida que el pasado suele traernos. Mi padre alguna vez me dijo que el tenía un recuerdo de su casa de niño y que ya siendo adulto -movido por ese recuerdo- viajó especialmente a su ciudad natal sólo a ver esa casa de su memoria y, cuando la vio, le pareció que no era la misma ( a pesar de serlo) pues su mirada era distinta. Ya no era el niño de ayer, la casa tampoco podía serlo.
Me encanta que me visites aunque no sea tan a menudo.
Mis besos!
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