sábado, 3 de noviembre de 2012

Recibo al otoño





 

Recibo al otoño cuando hace emigrar las últimas horas del verano,

días de siesta no recuperables.

Otoño de hojas caídas y girasoles que ya no obedecen,

de noches calladas, sin ruidos.                                                                

El otoño, granero de invierno,

me alcanzó en el sur con lluvias mal repartidas y exageradas.

Aguas que quiebran sueños y siembran desastres.

 

Este otoño jóven de hoy,

oloroso de lluvias,

está herido de otras tormentas, de voces,                                                                         

de presagios,

ecos de riesgo y discordia.

Está triste el otoño.

Otoño de luces tíbias, como adormecidas,

de marrones y ocres que visten sus campos de elegante nostalgia.

 

Me acerco al otoño

a los senderos casi perdidos, sin diálogo,

ante la mirada impávida del tiempo

y la realidad agostada en el olvido.

Irrumpen límites y humos

sombras que imponen mordazas,

caminos fragmentados,

precipicios y recodos donde la palabra se oculta.

Sueños incoherentes.

Después ... ¡nada! ...

 
19 octubre 2012

 

 

 

2 comentarios:

Marcos dijo...

Pilar, me ha gustado.
Estoy muy sensibilizado con todo lo que se refiere al otoño. Será que me hecho muy mayor.

Nómada planetario dijo...

Creo que el otoño es la estación que más melancolía impregna en nosotros. Pero forma parte del ciclo vital, como la sinfonía de verdes de la primavera.
Un abrazo.