sábado, 14 de febrero de 2009

Jerónimo en ’s Hertogenbosch: el mundo de sus sueños


"Mis oscuros demonios, mi color del infierno ..."
Rafael Alberti

Descubrí en el "Jardín de las delicias" la fascinante inquietud que transmite El Bosco. Un atractivo más para que mi curiosidad por Jerónimo van Aeken se convirtiera en una obsesión continua. A la inquietud que produce entrar en un mundo de números y símbolos –que te hacen vislumbrar los peligros que el pincel sugiere- se une el deslumbramiento por el rosa en los desnudos, y, ¡porqué no reconocerlo!, cierta frustración al no poder llegar a descifrar de una manera cierta qué mensaje nos quiso dar a conocer el pintor.

Hay algo en esta obra que me compromete a volver. Desde mi primera visita, son infinitas las veces que me he visto delante del cuadro, y siempre deja en mí una sensación de desasosiego e intranquilidad ante el enigma de lo representado. Presiento en sus imágenes más de lo hasta ahora conocido, un mensaje olvidado, y cierto juego trágico del artista para esquivar unas fuerzas superiores y opresoras de la época en que vivió. Pero, ¡quién es este hombre que ha conservado todo el misterio de su nombre y su figura que guarda con sigilo la historia! Fue necesario acercarme hasta su tierra, ‘s Hertogenbosch, en la región de Brabante, para intentar palpar su presencia, descifrar su actitud y el lenguaje que nos llega desde sus pinturas.

Es una ciudad con una marcada identidad. El ambiente histórico, sus calles, los variados restaurantes y alegres terrazas, el buen gusto en las tiendas, muestran el carácter cultural y hospitalario del sur de Holanda con un aire agradable y acogedor. Ahora recorro la ciudad con el recogimiento y la ilusión de descubrir a mi admirado artista. No se sabe con exactitud la fecha del nacimiento del pequeño Jerónimo -tampoco hay mucha más información de su madurez- pero la Edad Moderna hacía su entrada ya con cambios y descubrimientos. En aquel tiempo, ‘s Hertogenbosch era rica en agricultura y ganadería, con una población en su mayoría artesana dedicada a la construcción de la Catedral San Juan Evangelista, -vidrieras y relieves- y que sería la más importante representación del gótico en aquellos momentos en su entorno. Más tarde, tanto la catedral como la ciudad se verían envueltas en los avatares de la Reforma.

Hoy hace sol, pero un aire frío me empuja con descaro por las calles. Mayo está llegando a su fin, y sin ambargo echo de menos el abrigo de los inviernos. Es fácil imaginarse la preferencia del pintor por no querer salir de su tierra: iglesias, capillas, abadías y conventos, callejuelas, la plaza del mercado, y las preciosas fachadas de más de quinientos monumentos conservan un cierto aire medieval que nos hace retroceder en la historia. En el lugar donde se encuentra la catedral existió una iglesia románica que, poco a poco, fue siendo sustituida por la gótica de ahora. Para Jerónimo van Aeken sería una visita obligada el pasar por la Catedral, primero en la adolescencia y más tarde en su madurez, interesado en el avance de las obras. ¡Cómo iba él a saber que sufriría dos incendios y llegaría a ser –durante un tiempo- una iglesia protestante!

Paseando por esta ciudad abierta e iluminada de ahora es difícil imaginarse que fuera fuente de inspiración en la obra del artista. Por un lado la región prosperaba ya en los albores de la Edad Moderna, con una corte borgoñona que tocaba a su fin. Más tarde, con la monarquía católica española, llegarían conflictos y luchas hasta conseguir la independencia que tanto deseaban. La fe se empleaba como arma por quienes decían querer conservar su pureza, y muchos que fueron considerados herejes y brujas terminaron sus días en la hoguera. Fuego, castigo, miedo, supersticiones, como energía necesaria que impulsara su pincel. ¿Fue entonces El Bosco un provocador, o había una crítica oculta en su pintura, era un hombre valiente o simplemente atrevido y con ganas de innovación? A estas dudas mías no he encontrado hasta ahora ninguna respuesta satisfactoria.

Sigo mi paseo por el centro de ‘s Hertogenbosh en un intento de descubrir –cosa que no es siempre fácil- lo que queda de aquella época detrás de las fachadas que han renovado más tarde. Mucho de lo que hay tiene sus orígenes en la Edad Media, pero no hay hoy nada que me haga pensar en un pasado oculto o lleno de peligro. La ciudad que visito proyecta una imagen activa y dinámica, que conserva con orgullo la herencia que le han dajado los años. Lo demás son sólo sueños –y un resto que es todavía secreto- que tomaron forma en la imaginación del pintor.
(mayo 2008)

2 comentarios:

Nómada planetario dijo...

Muy acertada y amena esta lección de historia.
El Bosco como por aquí llamamos, según mi entender fue un adelantado en el tiempo, un visionario.
Saludos.

Camino del sur Pilar Obreque B dijo...

Gracias por tan completa reseña.
Tienes una gran habilidad para combinar las palabras describiendo lugares, obras y creadores.

Gracias

SALUDOS