Gerome Ferris 1863-1930
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"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza del viento,
mi única patria, la mar"
(Espronceda, Canción del Pirata)
La imagen que tenemos de los piratas está inspirada en libros que muchos leímos en nuestra infancia y juventud. "La isla del tesoro" de Robert L. Stevenson, "El corsario negro" de Emilio Salgari, "Los piratas de Halifax" de Julio Verne, nos dieron a conocer personajes de espíritu aventurero que, aunque algunos fueron admirados y considerados héroes, se presentaban rebeldes y rudos desaprensivos, situados al margen de la ley y dispuestos siempre a toda clase de fechorías. Inspirados en estas lecturas, nuestros sueños sucedían en islas lejanas con tesoros escondidos y vegetación exuberante, en las que se vivían las aventuras más emocionantes y peligrosas que podíamos imaginar.
Piratas han existido desde que se conoce la navegación. Ya se hace referencia de ellos en la Grecia Antigua, y hay leyendas donde se refleja su poder. Durante el dominio de Roma, el Mediterráneo sufrió la presencia de estos piratas, que abordaban y saqueaban cualquier navío que navegara sus aguas. Estos asaltos continuaron en La Edad Media y más adelante, sirviendo como incentivo los nuevos descubrimientos, las riquezas halladas, la influencia de los musulmanes y la política entre Inglaterra, Francia y Los Países Bajos, continuaron imponiendo su presencia en las aguas.
El 6 de abril de 1609 se firma en La Haya "La Tregua de los Doce Años" en la guerra de Flandes, y los Países Bajos entran en su Siglo de Oro con el crecimiento de la economía y la expansión del comercio marítimo. Oro y plata, especias como pimienta, canela y nuez moscada, té y café llenaban las bodegas de los barcos. Además de la fuerte competencia con otros países, las tormentas en el mar y en especial el ataque de los piratas eran algunos de los peligros que esperaban a los barcos holandeses.
En ese tiempo, la Compañía holandesa de las Indias Orientales -creada en 1602- alcanzó el monopolio para el comercio en las Indias Orientales, y se hizo con el conocimiento de las rutas y prácticas de negociar que hasta este momento estaban en manos de los Portugueses. Para asegurarse el derecho a su colonial régimen y a una navegación libre, la Compañía encargó a Hugo de Groot que defendiera su manera de actuar, escribiendo su "Mare Liberum", sobre "la libertad de los mares". De esto se cumple ahora 400 años.
Gran abogado, brillante jurista, político, teólogo, histórico y poeta, Hugo de Groot –o Grotius- era un intelectual que dedicó su talento en tratar valores universales, que también hoy cuentan e imponen respeto. De Groot alegaba que el mar es de todos, y defendía la idea de un libre comercio y libre tránsito por él. Hoy día -400 años más tarde- este pensamiento tiene, en principio, un valor actual, y forma la base del derecho internacional. Debido al intensivo comercio y a las modernas y refinadas tecnologías ha sido necesario ajustar esta declaración a las nuevas necesidades. El espacio está ya dividido, y nuestra sobrevivencia se basa en el contacto entre los países y el ejercicio del comercio. Principalmente el mar hace posible estos contactos comerciales. Por esto, la libre navegación es esencial para el desarrollo de la humanidad, sin que por esto olvidemos que algunos asuntos son propiedad comunitaria y que para solucionarlos hay que atenerse a un acuerdo en conjunto.
Olvidar estas reglas está dando lugar a que aparezca de nuevo en el mar la figura del pirata. Ahora, como entonces, se les teme y se les condena, aunque esta vez sea más difícil descubrir su identidad.
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