domingo, 31 de enero de 2010
Viaje a Limburg aan der Lanhn en Alemania
Desde los primeros momentos en que cruzas la frontera notas la diferencia. Los alemanes corren más. Tienen coches fuertes y veloces. Muchos BMW Mercedes, Porches. No hay velocidad máxima y la mayoría "pasan" a 150 kms. y hasta más. Las casas son distintas en forma y color, echas de menos las vacas en el campo como en Holanda. Aparecen colinas y valles. Al fondo ves pequeñas montañas. El paisaje va cambiando de fisionomía. Ya no encuentras esas superficies de la tierra de los tulipanes, llanas hasta el infinito. Ahora hay subidas y bajadas, cuestas, curvas, desnivel. El clima no ha cambiado durante las casi cuatro horas en que hemos hecho el recorrido. Lluvia y más lluvia. Mucho, muchísimo tráfico, sobre todo en los alrededores de Colonia.
Nos encontramos en Villmar. Un pueblecito cerca de Limburg an der Lahn, a unos 60 kms. al norte de Frankfurt, invitados por unos amigos. La casa donde estamos está situada en una bajada del terreno, rodeada de árboles altos que apenas dejan pasar el sol, (cuando lo hay, claro). Desde que hemos llegado el tiempo ha estado frío y húmedo, pero esto no ha sido un impedimento para que cada día, después de desayunar con los típicos bollos alemanes, y abundancia de embutidos, queso, etc., hayamos cogido el coche y nos hemos dedicado a conocer los alrededores.
Ayer sábado hemos cenado en Villmar, un pueblecito de "cuatro casas" típicas alemanas con mucha madera, calles muy estrechas y pendientes. Aquí tienes que tener mucho cuidado. La velocidad máxima en los pueblos es de 30 kms/hora y si no la sigues la policía actúa con mano dura. Fuertes multas y, en muchos casos, retirada de carnét. El pueblo, por lo demás, no tiene nada. Exceptuando una cosa que llama la atención: la limpieza de las calles; no se ve ni un papel por el suelo. Es más, hoy sábado es el día dedicado a la limpieza y se ven vecinos del pueblo con una escoba y cepillo limpiando la parte de acera y bordillo que le corresponde. Un ejemplo a seguir en muchos sitios.
Hemos ido también a Limburg an der Lahn. El Lahn es el río que pasa por la ciudad, con fuerte corriente, pero por el que en verano puedes pasear en canoa. Hay un puente que lo atraviesa y sus orillas tienen una vegetación abundante. Limburg es un sitio pequeño, de unos 25.000 habitantes, con las conocidas casas alemanas de techos inclinados [para escurrir la nieve], el centro con tiendas en las que admiras el gusto algo más refinado que en Holanda. El alemán además presume de casa y coche. Descansamos para reconfortar el estómago. Otra cosa en la que los alemanes son maestros es en la elaboración de tartas y dulces, de todas clases y sabores. Tienes abundancia para escoger, pero cuesta trabajo decidirse; todo se ve de lo más apetitoso. Si me quedara a vivir aquí seguro que engordaría. Por fïn me decido y para acompañarle pido un "glühwein". Es un vino que se toma muy caliente y se le puede añadir algo de canela. Se suele beber en Navidad. El camarero al que se lo pido, se queda un poco "parado"; éstas no son fechas para tomarlo, parece pensar. Finalmente me lo trae en un vaso con motivos navideños. Habrá pensado que soy un típico caso de turista....., no importa, yo he entrado en calor y podemos seguir nuestro paseo.
Hoy tenemos proyectado visitar el Dom, la iglesia-catedral de Limburg. No he conseguido enterarme exactamente de la diferencia que existe entre las dos cosas, quizás tiene que ver con la forma de consagración del edificio. Está situado en una parte alta de la ciudad, en una explanada. Para llegar allí atravesamos un montón de callecitas estrechas. Hace unos diez años lo visité por primera vez. En aquella ocasión lo estaban renovando. Durante La Reforma, [movimiento religioso, s. XVI], destruyeron y taparon pinturas y frescos. Ahora han conseguido renovar y sacar a la luz casi todas las pinturas murales. Las primeras noticias que se tienen de ésta iglesia es del siglo XI. Construida, según dicen, por un arquitecto español. Asistimos a las Vísperas; Perfecta la música de Bach, al que admro, y de otros dos componistas que me resultaron algo pesadas.
También hemos tenido tiempo de disfrutar de la naturaleza. Finalmente el domingo aclaró un poco y salió el sol brevemente. Desde la casa seguimos el rio en dirección contraria a la corriente. Hay un ferrocarril que lo atraviesa por un puente de hierro, construído en los años veinte. Durante la II Guerra mundial fué bombardeado por los aliados, ya que era un punto importante de conexión, pero el puente resistió y continuó en pie. Al final de nuestro paseo recogemos manzanas en una casa abandonada, para hacer appelmoes [puré de manzanas], y una vez de regreso encendemos la chimenea; es septiembre pero aquí ya se nota algo de frío.
El lunes, aunque la noche anterior el cielo estaba lleno de estrellas, amanece otra vez todo cubierto, lluvioso y triste. Decidimos darle un toque cultural al día, visitando un castillo en Braunfels, a unos 35 kms. de Limburg. El camino sigue el curso del río, con tramos montañosos y con bosques de árboles altos. Braunfels es una pequeña ciudad de unos once mil habitantes. El castillo está en la parte alta de la ciudad, rodeado de unas casitas como de cuentos y calles empedradas y pequeñas que forman como otro pueblecito dentro de Braunfels. Para visitar el castillo nos acompaña un guía muy entusiasmado que nos da una explicación detallada de todo lo que vemos. Tiene 186 habitaciones, -¿te lo puedes imaginar?- de éstas sólo vemos diez y seis. En una de las salas llenas de armaduras hay un poquito de historia de España, un cuadro de Murillo, una bandera, rota y sucia y algunos objetos más recuerdos seguramente de alguno de los Tercios Españoles. El guía parece casi que se entusiasma al saber que en el reducido grupo que lleva hay una española e intenta hacer sus pinitos en la lengua. Terminamos esta visita dando una vuelta por la ciudad. En ésta época del año, pasadas las vacaciones, está desierta. Apenas se ve un alma. Con sus típicas casas y calles parece una ciudad de ensueño.
(Septiembre 2005)
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1 comentario:
Preciosa descripción, es casi como haber viajado a tu lado.
Besos
Narci
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