domingo, 21 de marzo de 2010

A punto de partir






Me reconozco al límite de la resistencia ante un equipaje que cada vez exige más. ¡Este viaje no es para siempre! -me digo- y sigo buscando lo que la memoria suele olvidar, como son unas llaves perdidas, el pasaporte que no está donde debe, el libro que tenía reservado para esta ocasión. Nunca se está completamente a punto de partir. Acechan además razones para impedirlo: problemas que en esta última hora escogen el momento de mostrar sus quebrantos, y rompen la estabilidad de lo programado. Pero sobre todo es el tiempo lo que domina a los que se quedan con la ausencia y la distancia, y será el desaliento el que moldee el miedo a la soledad. Para quien – en el vértice de sus años- no entiende de distancias y ese tiempo es un futuro que teme inalcanzable en la quietud que vive el suyo, la espera está inmersa en el acoso del silencio de sus días.


Todo es parte del equipaje que lleva el que está a punto de partir, compañero inevitable que acompañará cada capitulo de esta historia.

lunes, 8 de marzo de 2010

Mi rincón favorito


Rincón de la Victoria, Málaga (imagen:wikipedia)



A media tarde, cualquier día del año, pienso en él con el regusto amargo de la distancia. Se me llenan los ojos de su imagen, y en la boca brota un te quiero que me acerca lo que creía perdido. Nuestros encuentros tienen la insistencia de un amor sin apagarse y la frecuencia de un péndulo que oscila de verano a verano, desde que se convirtieron en costumbre.

Este rincón de cada año, entre los límites de una montaña humilde y la orilla de sus azules, es hogar de mis encuentros y cita que reconozco como algo mio. El tiempo pone un acento de olvido en su imagen, y de la misma forma la reclama con insistencia hasta que queda aparcada permanentemente en mi memoria. Una y otra vez acudo a mi rincón para vivir consciente esta querencia y librarme del lastre de la añoranza. Recorro sus líneas, nombres y sonidos, inauguro deseos y me entrego al tráfago diario que va llenándome, poco a poco, de vida. Al alba bajo a una playa todavía abandonada aunque no triste y al atardecer son las gaviotas las que acuden al paseo de siempre. Este es mi rincón, al borde de una tierra asomada a su inmensidad, a los pies del acantilado, y el salitre transformando el color y abriendo una puerta hacia toda clase de embarcaciones.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Pensamiento entristecido


Qué sueños prometes para seducir la carencia de voz de la tierra huérfana, despojada del tiempo? … Ya no se conforma con la visión y el gesto desnudo, ahora exige la incognita de tu comprometida palabra.