jueves, 17 de noviembre de 2011

Eterna inquietud

foto: Stentor


"Frío e insípido es el consuelo
cuando no va envuelto en algún remedio"
( Platón)



No me gusta el invierno, aunque admiro su poder de persuasión que me confronta a lo oscuro camuflado en las horas y me acerca la ausencia y el desdén de las sesiones que le precedieron. Soy sensible al mensaje de su silencio que despierta en mí el rechazo y la congoja con cada uno de sus ciclos. No me gusta, aunque me seduzca con el blanco blando, el fuego de las chimeneas y el rojo de la Navidad. Son caracteres que le pertenecen en cierta manera, con los que trata de hacer chantaje a mi discernir. No tengo miedo de su caricia fría ni de la niebla donde los límites pierden lucidez; eso es sólo letargo para mi impaciencia. Pero la inquietud y desvelo que me produce hacen que trate de encontrar un rescoldo abrigado con los nombres de sus rivales en constante regresión. Todo inutil. El invierno habla su propio lenguaje con un atractivo que desordena de asombros los días, y yo me siento perdida en el laberinto de una travesía que cada vez me limita más.


martes, 15 de noviembre de 2011

La poesía internacional reconoce los versos de Álvaro García




El poeta malagueño gana el XXIV Premio de Poesía Loewe con 'Canción en blanco', compuesto por un solo poema largo.

García ya fue ganador del Premio Hiperión en 1989 por 'La noche junto al álbum'.

El poeta malagueño Álvaro García ha ganado este martes el Premio Internacional de Poesía Loewe en su XXIV edición por su libro Canción en blanco, que está compuesto por un solo poema largo, que refleja el amor como "totalidad" en contraste con el sufrimiento del mundo.

Esta edición el jurado ha valorado el riesgo que entraña escribir un único poema, "un reto muy novedoso en la generación actual y que Alvaro García ha conseguido con gran riqueza".

Para el escritor y jurado Luis Antonio de Villena, Canción en blanco se centra en el amor como "contestación de la celebración" sin dejar de lado una reflexión sobre la muerte, el paso del tiempo o lo efímero.

García entona sus versos al "gran chute" que significa el amor, "que te hace comprender las cosas y sentirte más vivo", explica este poeta. Canción en blanco cierra una trilogía que inició en el 2002 con Caída y en 2005 con El río del agua.

Los versos de la obra premiada nacen en una habitación de hotel cuando un hombre y una mujer celebran su amor mientras la televisión emite imágenes de la invasión de un país."Es un gran contraste y un acto heroico, a la vez" explica este poeta para quien la poesía roza el "lenguaje absoluto". ' La única revolución no sangrienta.

En este sentido, García apuesta por la poesía para acercarnos al "lenguaje entusiasta" y rechaza la idea del los versos que se imponen una "tarea social adherida". "Si todo el mundo leyera poesía, avanzaríamos más", explica este poeta malagueño, para quien la "única revolución no sangrienta es la poética".

Canción en blanco cierra una trilogía que inició en el 2002 con Caída y en 2005 con El río del aguaÁlvaro García, que fue ya ganador del Premio Hiperión en 1989 por su libro La noche junto al álbum, suma hoy a sus galardones el premio Loewe, uno de los más prestigiosos de este género.

El vencedor de esta edición, doctor en Teoría de la Literatura, traductor y articulista, tiene un total de cinco libros de poemas y uno de ensayo titulado Poesía sin estatua. Ser y no ser en poética (2005). García ha traducido libros de Larkin, Auden, Atwood, Kipling y Kenneth White, entre otros.

Fuente: (20 minutos.es)

lunes, 14 de noviembre de 2011

Otoño



 noviembre

***

Hojas caidas
árboles con tristeza
se debilitan



jueves, 3 de noviembre de 2011

Otoño, tiempo para soñar. Un cuento.

Un texto antiguo



Entre los libros preferidos de mis años infantiles están los cuentos de la colección "Marujita", de Ediciones Molino. Su lectura influyó muchos de esos años en mi hermana y en mí y aún hoy día no estoy muy convencida, quizás no quiero convencerme, que no existe ese mundo encantado que nos describían, el pais de las hadas.

Mis abuelos vivían en una casa en las afueras de la ciudad con un gran jardín, donde mis hermanos y yo disfrutábamos las aventuras más fantásticas y divertidas. Era el sitio ideal en el que nuestra imaginación infantil situaba aquel mundo de los libros; allí tratábamos de encontrar entre los árboles, setos, plantas y flores, esa población menuda que formaban las hadas, duendecillos, gnomos, elfos y geniecillos traviesos. Todo el tiempo que nos dejaba libre el colegio -entonces teníamos de aquellas largas vacaciones- lo pasábamos en aquella casa, hoy desaparecida. El jardín estaba rodeado de altas verjas de hierro que ofrecían una gran seguridad a los mayores que nos dejaban libres para corretear todo el día a nuestro gusto, interrumpiendo los juegos solamente a la hora de las comidas y la siesta.

Títulos tan bonitos como La travesura del gnomo pegón, El duendecillo de la chimenea, Un gato en el país de las hadas, La casa encantada y muchos, muchos más, daban paso a historias que se desarrollaban en un país a donde se llegaba por senderos ocultos o puertas invisibles, con personajes que vivían en casitas mágicas que andaban o hablaban, siempre en medio de una exuberante vegetación. Con la imaginación rica de los niños, no nos era difícil sentirnos protagonistas en medio de aquel mundo de magia, buscando detrás de un árbol, en el hueco de un tronco, entre las rosas y los geráneos o en cualquier pequeño rincón del jardín, algunos de aquellos gnomos, duendes y hadas para hacerlos compañeros de nuestros juegos. Hoy, aquella casa de mis abuelos, desgraciadamente, ha desaparecido arrastrada en la vorágine de los tiempos que corren y sólo queda un terreno lleno de matojos y maleza. Nada mágico ni especial podemos encontrar; eso sí, aún están en pie las palmeras que indican el lugar de tantos recuerdos.

Estamos entrando en el otoño. Es el tiempo ideal para pasear por el bosque; hay calma después de la agitación y exhuberancia del verano, y sugen nuevas actividades para esta época fría que se acerca. Caminando por los estrechos senderos sombreados con altos árboles, aún no despojados totalmente de sus hojas, puedes ver como la naturaleza se envuelve en tonalidades ocre, marrones, oro viejo, verdes oscuros y amarillos. Cerca de casa hay un bosquecillo donde me gusta pasear; el suelo está cubierto de una crujiente manto que amortigua el ruido de los pasos y hay abundancia de frutos maduros, manzanas silvestres, castañas, bellotas, toda clase de setas. En esta época del año la naturaleza es ahora diferente, la vegetación distinta, más amplio el espacio, las sombras y los sonidos tienen otras tonalidades, pero, en la luz suave del sol de otoño que todo lo envuelve, la magia es la misma de entonces y la imaginación está todavía dispuesta a ayudarte.

Desde pequeña he sentido la necesidad de leer. Con los libros crecí, me acompañaron cuando me alejé y ahora son más numerosos los que están conmigo. Conocí nuevas historias y diferentes personajes hicieron su aparición, pero, a pesar de todas experiencias que me han invitado a vivir aún sigo buscando en mi pequeño jardín, entre las nuevas plantas y entre los árboles, la magia de aquellos cuentos: hadas, duendecillos, gnomos y elfos, …¡Quién sabe, quizás alguna vez los encuentre!