martes, 31 de enero de 2012

Una nueva mirada a Rotterdam















Llueve lento esta mañana en la que hasta el verde tiene un aire cansino. Lo único que muestra prisa es el paisaje cuando lo veo pasar a través de los cristales sucios del tren. Lo que abarcan mis ojos tiene la monotonía displicente de un estribillo repetido a lo largo del trayecto: árbol, pueblo, iglesia, más árboles, otra casa, y agua, siempre el agua hecha costumbre para la vista. Así, una y otra vez, hasta llegar a la meta de mi viaje de hoy: Rotterdam, nombre con vocales cerradas y fuerte acento como sello de los que viven en ella; de buena raza y personajes de nombre. Una ciudad distinta, que no se inmiscuye en las turbulencias del turismo. Ave Fénix que resurgió del fuego, ahora dotada de modernos diseños y atributos. Deseada y conquistada en su tiempo por españoles aventureros, y franceses de Napoleón. Y todavía siguen llegando nuevos conquistadores de fronteras y capital, y todos los que buscan algo más que un simple encuentro o una visita a uno de esos "coffee-shops" o al Euromast.


Sigue lloviendo lento esta mañana: es una lluvia silenciosa, que no se concede pausas. El estilo tradicional de la ciudad la admite sin reproches; está acostumbrada a la humedad constante del Delta, y nadie parece temer enfrentarse a la lluvia a pesar de que roba el paisaje y empequeñece el horizonte. Tampoco a mí me impide seguir -esquivando paraguas y tranvías que chirrían irritados- con el ritual de encontrar las imágenes que conocí en aquel tiempo. Por eso, ¡qué me importa la lluvia si no se lleva ningún retazo de los recuerdos! Hoy es algo más que me acompaña para poner el acento de autenticidad a este regreso.


Justo a tiempo. La memoria no es de naturaleza fiel y me engaña con nostalgias que cambian con la misma frecuencia de esta lluvia que me acompaña. Pero hoy es todo real como era el itinerario el día que llegué y que yo recupero, mientras las imágenes se van haciendo tangibles en el ambiente burbujeante, marchoso, de esta ciudad que ha tomado buena nota de las heridas de su pasado. Una circulación ordenada me trae a la realidad del día hasta que tomo de nuevo las riendas del presente: su contorno, la arquitectura, el trazado de las calles, la cultura, el arte, los monumentos, los parques -diferentes en trazado y estilo- y un puerto activo que le dota de aromas y sabores; todo como muestra de su carácter esforzado, en donde apenas puedo imaginarme que en otros tiempos algún café de época o un esforzado molino se asomara a las aguas interiores de la ciudad.


martes, 10 de enero de 2012

Picasso

Cabeza de mujer

De la manera más fácil lo robaron en la Galería Nacional de Atenas ...


viernes, 6 de enero de 2012

¿Tendremos que salir nadando?





Fotos de hoy: Volkskrant, Nederland




Los holandeses están orgullosos de la heroica lucha que mantienen durante siglos contra el agua. Yo más bien creo que tienen una relación amor-odio, que desde tiempos inmemoriables van arrastrando. Principalmente porque, a pesar de los problemas que le da desde siempre, también tienen que agradecerle su existencia. El mar les dejó arena con la que se formaron dunas que hicieron de barrera protectora del país. También el mar les trajo prosperidad, ya en la Edad Media, con intercambio comercial con Dinamarca, Inglaterra y Francia, y hasta el siglo pasado, el transporte por agua era de gran importancia. De igual necesidad eran los ríos, suministro de agua para la agricultura y los habitantes del país. Por lo tanto, Holanda tiene que agradecerle mucho al agua.

Si preguntamos por dos de las características de Holanda, las más frecuentes que oíremos serán que llueve mucho y que está bajo el nivel del mar. Ya el mismo nombre  -Nederland- lo dice: país bajo el nivel del mar. De unos 41.526 km2. una gran parte de ellos está bajo el nivel del agua. Asi que se reune todo, mucha agua, también mucha gente, pero, y esto es lo peor, poco sitio. 450 habitantes por km2. Del mar se protegieron construyendo diques y para hacerse más grande encontraron la solución en los polders, extensiones de terreno ganadas al mar. Los diques son los que contienen ese agua en su sitio. Uno de los primeros data de hace unos mil años. La mayoria de ellos en el Norte y Este del país. El terreno en los polders es completmente diferente al resto del paisaje holandés. Los caminos son rectos, los árboles están tambien en filas rectas y no entremezclados, no hay bosques y si quieres ir a uno de los polders siempre tienes que pasar por un dique.

Los diques han servido también de defensa. Ya en 1870, durante la guerra Francia-Alemania, tiraron parte de uno para provocar inundaciones con el fín de no dejar avanzar al ejercito. Lo mismo ocurrió en 1914, con la Primera Guerra Mundial y en 1945 con la Segunda. Sin embargo, Holanda también ha sufrido inundaciones  al romperse los diques a consecuencia de mareas y tempestades, que terminaron en grandes catástrofes. Ahora en estos días se vuelve a hablar mucho de lo que ha quedado en la historia como El desastre de 1953. En aquel año, en la noche del 31 de enero al 1 de febrero,  las olas del mar destruyeron diques y dunas, y en algunos sitios el agua subió tan alto que los diques resultaron demasiado bajos. Al día siguiente llegó una nueva marea, aún más grande, alcanzando el agua alturas superiores. El resultado fue una verdadera tragedia : 1835 personas y unos 30.000 animales ahogados, unas 47.300 edificios dañados, de las cuales 10.000 completamente destruidos,  y unos 187 kms. de diques destrozados. En total 153.000 hectáreas de terreno quedaron bajo el agua.

 Después de esa tragedia se puso en acción el plan Delta. Consistía en la construcción de nuevos diques y presas, reforzar y hacer más altos los existentes. Y así dominar o hacer que la probabilidad de que ocurra lo mismo sea lo más pequeña posible. En cambio parece ser que ahora el peligro acecha desde los ríos, en primer lugar el Rin y Mosa. Además se ha constatado que el nivel del mar ha subido en los últimos años y han aumentado las lluvias. Hay que estar prevenidos.

Lo que sí es cierto es que sin agua y sin inundaciones no habrian diques ni polders y sin diques y polders no existirían Los Países Bajos, así que ……..

jueves, 5 de enero de 2012



Fotos: Stentor (Diario Deventer)

Agua y viento en Holanda

martes, 3 de enero de 2012

Visitando a Pablo

Plaza de la Merced, Málaga (12 diciembre 2011)



Un encuentro, una mirada, y se abre dejando que una insistente luz penetre hasta el interior: Me recibe un aire tibio de memorias en sepias, deshilachando intimidades. Desde sus ventanas me asomo a la historia. El héroe tiene la inmovilidad de los años y mira desde la piedra. Palomas que vienen y van dibujan sombras en la tarde y adormecen la plaza derramando silencios.Vuelvo la espalda y lo busco. En el espacio aún perdura el eco de jóvenes pisadas y me siento envuelta en su mirada oscura, que sigue extática mis pasos desde el espacio. Recojo el desamor del hombre, impuesto por la ausencia que le lleva al olvido. Quedan colgando grises prematuros y algunos azules robados al mar. Nada más. La casa ya no es su casa.



El pintor nunca volvió. Picasso se llamaba……