Ha buscado en la tierra desesperada y rota las raíces de los árboles
fallecidos. Le conmovió la ausencia de una atmósfera impregnada de recuerdos:
había olvidado la fragancia del verde recién cortado, el suave balanceo de unas
ramas donde columpiar su comportamiento. Toda su vida fue perseguir imposibles
existencias, inquietantes futuros, mirar detrás de la linea que le separa del
Más Allá. Se quedó sin conocer las respuestas ¡Pobre marioneta colgada de un
destino sin palabras! Quiso alcanzar la plenitud en lo proyectado, en lo
preciso de su color, pero no tuvo respuesta válida y se convirtió en juguete de
su propia desilusión.
Nadie notó su ausencia al desaparecer con sus otoños para siempre.