- Nostalgia en Apeldoorn
Quiso
detener el curso del tiempo,
el deslizar por el trazado de los años,
las prisas inagotables
que arrastran en
su caudal miles de latidos,
enfrentarse al
invierno,
como los árboles,
desnuda,
estremecida con
la caricia fría del viento
sobre su piel
inquieta por el latir persistente
de un reloj
acelerado que sigue impávido
su carrera en la
búsqueda de las sombras
agotadas en el
suelo.
(mayo 2002)
2 comentarios:
Sí, Pilar, enfrentarse desnuda al invierno, al frío que nos envolverá, a la fealdad, a la oscuridad de un etapa por venir.
Por ello, el reloj nunca se detiene, nunca cambia el sentido de un tiempo que pasa y pasa sin mirar por dónde ni en qué momento lo hace.
La pasión por vivir por entre los vericuetos de unos sentimientos encontrados, diferentes, queridos, odiados, provoca en nuestro eterno viaje hacia no sabemos qué ni dónde la sensación máxima de ser mínimos en la vida que nos acompaña, cual maleta llena de nuestros viejos trapos.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
Hermoso poema ahora en el trafago de estos dias ni siquiera se puede pensar en el tiempo ido pues no hay tiempo.
Carinos
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