Aún espera mi
jardín la caricia encendida, la luz migratoria y cómplice del verano.
Aún espera que
cambie el gesto descortés y distante, que repare la faz de un poniente sin sombras y sin nombres.
En mi jardín, lunas que evaden su obligación y nidos que no funcionan,
un parasol depresivo, una rama quebrada, nada;
tanta carencia cercena azules y contradice el aire con presagios de otoños.
Estas tardes ociosas en mi jardín se respira un acento umbrío y cierta humedad
que dota las pupilas de tibias resonancias.
Un vencejo sin conocer el ritual, rosas, claveles y dalias, y un gato, siempre un gato en mi jardín, que implacable no deja de explorar fronteras ineludibles.
Mientras,
mi jardín
espera que se haga verdad el relevo perpetuo de los tiempos.
2 comentarios:
Precioso poema, Pilar. A pesar de tu bella solicitud parece que la estación se resiste a aparecer este año. Probablemente, "El Niño" se ha enfadado este año y nos está traslocando las estaciones. Esperemos, como tú, que alcance la luz chillona del sol y su reverberación debe iluminar el rincón más escondido del jardín.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
La impaciencia de tu jardín no tardará en disolverse. Este año el verano viene con los trenes de los años cincuenta.
Un abrazo.
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