lunes, 30 de junio de 2008

De las delicias del frío



Elfstedentocht: maratón sobre hielo en las Once Ciudades, en Frisia

Despues de todos estos años de lucha con el idioma holandés, la palabra "frío" me sigue produciendo extremecimientos y a pesar de sus intentos de conquista con imágenes de paisajes nevados, el chisporroteo alegre de chimeneas, bufandas y guantes de suave y cálida lana, no termina de seducirme. El invierno fue una de las asignaturas necesarias en mi proceso de adaptación al país e hice todo lo posible para pasar airosa la prueba. Ahora sé lo que es quitar el hielo del coche, andar por calles cubiertas de nieve, llevar los niños con trineos al colegio, hasta poner calcetines sobre los zapatos y botas para no resbalar, y aunque sea experta en eso no creo que me acostumbre del todo.

Lo que sí me fascina es el fanatismo de los holandeses por el hielo. Ya desde pequeñitos aprenden a patinar. En las pistas de patinajes existentes ves muchos niños intentando mantenerse erguidos sobre sus patines, cosa nada fácil, si consideras que están en equilibrio sobre unas cuchillas. Los pequeños aprendices se ayudan de todas las maneras y con los más diferentes objetos: un taburete, una silla, una tabla o, simplemente, cogidos a la mano de sus padres. Quizás mis hijos por eso de llevar el 50 por ciento de mis genes no han sido nunca entusiastas de este deporte, aunque me tocara llevarlos a las lecciones de patinar.

Sin embargo, por encima de las pistas artificiales, la preferencia está en el patinaje sobre el hielo natural. En aguas poco profundas no se necesitan más de unas noches de buen frío para quedar heladas. En ríos, canales y acequias es preciso que el frío sea persistente y se prolongue suficiente tiempo hasta conseguir una espesa capa de hielo y no se necesita que pasen muchos días con temperaturas bajo cero, para que vaya calentándose el ambiente y ya tenemos a la gente en espera anhelante al surgir la pregunta clave de cada invierno: ¿se correrá el maratón sobre hielo de "Las once ciudades"?

Este maratón de patinaje se efectúa en Frisia. Esta provincia está situada en el norte de Holanda, y sus lagos y canales la hacen ideal para el recorrido de 200 kms. sobre hielo, a través de once ciudades. En los últimos 25 años sólo tres veces pudo ser efectuado ya que deben de coincidir una serie de circunstancias que hagan posible el recorrido de todo el trayecto, sobre un hielo de un espesor entre 13 y 15 cms. En el siglo 20 han sido quince las veces que se dio la señal de salida. La última en 1997, con 16.000 participantes y una duración de 6 horas 49 minutos por el ganador, que comparándolo con el primer maratón organizado, en 1909, en el que participaron 23 corredores y un tiempo de 13 horas y 50 minutos para el primer llegado, demuestra el aumento del interés y el perfeccionamiento del recorrido.

Para describir el ambiente faltan palabras. Hay que vivirlo. Ya desde la madrugada, incluso la noche anterior, se ha desplazado gente de todos sitios en Holanda, tambien de fuera, para asistir a la carrera. A lo largo del recorrido hay una multitud de espectadores esperando ver el paso de los corredores, soportando temperaturas muy bajas y en ocasiones un tiempo desapacible de viento y nieve que se intenta de combatir con sopa de guisantes y la animación de bandas de música. La señal de partida se da a las 5,30 de la mañana. A lo largo del trayecto hay diferentes puntos donde el participante deberá sellar su tarjeta de inscripción, como una especie de camino de peregrinaje. La meta se cierra a las 12 de la noche, dándose por terminada la carrera. Todo el que llegue después no recibirá la crucecita de plata que le acredita su participación. Para éstos será una desilusión que les durará toda la vida.

En el tiempo que llevo residiendo en Holanda solo se han podido organizar tres maratones por falta del hielo adecuado. Lo que significa que cada uno de los años que no se ha realizado hemos tenido todo el proceso de espera e ilusión para terminar en desengaño. La primera vez que oí hablar del Elfstedentocht me cogió de sorpresa el fanatismo que sienten los holandeses con sólo nombrar la palabra. Con la experiencia de los tres maratones vistos tengo que reconocer que es como una clase extraña de fiebre que contagia a todos, incluso a aquellos que –como yo- el frío es una asignatura pendiente. (imagen:Frieslandimages)

No hay comentarios: