domingo, 29 de junio de 2008

La boda



Llegué a Holanda con mi tenacidad acorralada por incertidumbres. Era consciente que dejaba atrás una historia de voluntades quebradas y sin terminar. Lo primero que me sorprendió fue la naturaleza con su ordenado y uniforme trazado, la luz del cielo, los colores. Tuve la suerte de encontrarme con un día limpio que dejaba ver desde el aire lo horizontal del espacio. Todo era diferente pero no extraño, y empecé a poner nombre a cada uno de los trámites, a cada rostro, a cada voz.

Unos días después me casé y no me llevó mi padre del brazo. Asumí las circunstancias y los olvidos, pero sentí el necesario reclamo de los que no estaban. Tuve dos meses para recorrer el país, que me dio la imagen equivocada de lo que no suelen ser los veranos en Holanda: días luminosos y cielos azul-en-blanco. Eso me hizo comprender a los maestros flamencos que captaban el paisaje a través de un espacio abierto para darnos sensación de amplitud. Admiré museos y visité molinos. Pasé por lugares y comprendí sus costumbres y siempre vi esa disposición al orden, en el agua mantenida en su sitio por canales y diques, en las casas que no se salen de lo lineal, en los jardines disciplinados, hasta las vacas siempre mirando hacia la misma dirección.

Septiembre trajo el otoño y mi vuelta a Málaga. El fin de carrera se hizo esperar y a mi me esperaba el trabajo, y ambos –mi flamante marido y yo- dejamos que los sueños de compartir la vida esperaran un poquito más. Yo regresé y volví a ser hija de familia manteniendo el horario de no volver después de las diez. Los días se hicieron invariables pero yo seguí creyendo en ese amanecer que me prometía Jaime Morey en su canción. Pero no todo fue rutina y vuelta de hojas del calendario: fui el cine, al teatro, salí con amigas y amigos, trabajé. Mataron a Carrero Blanco y Carlos Arias fue presidente por decisión familiar. Así, con los ánimos un poco revueltos, llegamos otra vez a las fiestas de Navidad y al comienzo de un año nuevo que yo esperaba que fuera para mí nuevo de verdad.


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